Después realizamos otras excursiones por la Pedriza, Peñalara y algunos lugares más, siempre en el portabebés, cómodo y sin grandes esfuerzos para ella. 
A lo largo de todos estos años hemos ido al monte, pero a dar pequeños paseos, suaves, a jugar en las praderas y ver animales en el bosque o los arroyos, nada excesivo ni agotador, para evitar que acabase odiando la montaña o el monte.
El pasado lunes 15 de julio decidí que tenía que dar un paso adelante y llevarla donde tantas veces he subido, la laguna de Peñalara, un lugar fácil y muy accesible para una niña de 7 años, aunque si soy sincero mi deseo era subir a la cumbre de Peñalara, todo estaba por ver, según se diese la jornada.
Mirador de la Gitana. Parque Nacional de Guadarrama. Cotos
Camino de la laguna de Peñalara
Subiendo de la laguna de Peñalara al refugio Zabala.
Refugio Zabala, Peñalara.
Empezamos tarde, al menos para mi, a las 10 de la mañana salíamos de Cotos, fuimos por el camino habitual de acceso a la laguna, cantando y contando cosas para motivarla y que no se aburriese de andar…si vas con otros niños es más fácil que anden y se motiven pero solos cuesta mucho más… Conseguí que llegase a la laguna de Peñalara, allí comimos una de mis barritas energéticas que tanto le llamaban la atención, le conté por donde había esquiado durante el invierno, los animales que viven allí, las normas, los cuidados y precauciones, de esta manera la situaba dentro de una zona, la quería hacer partícipe de “sus montañas”, donde vive y donde podrá disfrutar de las mismas actividades que he hecho yo durante años. Tras la parada estudié la posibilidad de subir por el canchal hacia la cumbre pero unas nubes negras, así como mi miedo a “quemarla” hicieron que desistiese de mis intenciones…. fuimos al refugio Zabala, un poco por encima de la laguna; subimos por los bloques de piedras y pude comprobar que disfrutaba saltando de bloque en bloque, emocionada de subir así de bien y diciéndome que le encantaba saltar de piedra a piedra, ese juego de cabras que tanto me gusta a mi, efectivamente algo de la genética estaba funcionando….jejeje… Una vez en el refugio, volvimos a hacer una parada en el interior del mismo y me dijo que jugáramos al “Uno”, juego de cartas de colores que le encanta, teníamos tiempo y no vi inconveniente, así que tras unas partidas y unas risas dejamos el refugio atrás para bajar por otro camino hacia el coche para comer en las praderas de Cotos. La bajada le costó un poco, le daban “flatituras”, lo que conocemos como flato y le dije que tenía que respirar mejor e ir más calmada, al final llegamos abajo sin problemas y con su primera ruta “de montaña” en sus botas, habíamos dado un paso importante.
Pocos días después, sin estar previsto, el tío Alberto me dijo que se iban a Gredos para subir el Almanzor, durmiendo en el refugio; irían Sole, mi tía junto con su hijo Albert y dos amigos de éste, Valentín y Miguel, todos ellos con 17 años. Le pregunté a Leyre si tenía ganas de ir y al saber que iba Albert no lo dudó, quería ir a Gredos y dormir en el refugio, así que hicimos las mochilas y nos fuimos a Guadarrama donde nos recogería el resto del grupo. Llegamos a la plataforma sobre las 20:30h y nos pusimos a caminar, no queríamos llegar muy tarde al refugio. Con la charla y el fresco de la tarde la subida se hacía amena, los jóvenes tiraron a su ritmo y nos quedamos los demás con Leyre dándole charla para que subiese sin problemas, Sole como es madre y gran montañera, sabía muy bien que hacer con ella, Alberto también montañero de toda la vida también la animaba y motivaba contando sus historias por estos mismos lugares durante tantos años, también sacaba fotos y contaba chistes, la subida fue muy divertida y Leyre subía sin problemas hasta los barrerones donde se iniciaba la bajada. Justo en ese punto vimos una maravillosa puesta de sol y comenzamos la larga bajada hacia el refugio.

Subiendo ilusionada a los Barrerones
El circo de Gredos y la laguna al fondo.
Candilazo & Leyre
Puesta de sol antes de bajar a la laguna
Doble puesta de sol
La luz iba desapareciendo y casi al final Leyre encendió el frontal porque no veía bien el terreno, la falta de costumbre se notaba pero su valentía y tesón la llevaron hasta el refugio con una sonrisa permanente, no sin antes dar algunos gritos, risas y darse algún susto al cruzarse algunos sapos y salamandras que aprovechan la oscuridad para salir a buscar alimento. Cena rápida a base de bocatas y a dormir con los típicos nervios por la novedad de dormir en un sitio así. Al día siguiente Sole se quedó (bendita ella) con Leyre paseando y buscando ranas por las inmediaciones del refugio esperando que nosotros bajásemos de hacer cumbre en el Almanzor.
Planking en la cumbre del almanzor
Buen patio en la cumbre del Almanzor
En la cumbre del Almanzor, con el vacío a mis pies
Tardamos unas horas y disfrutamos con la ruta planteada por el tío Alberto. Al llegar de nuevo al refugio, nos fuimos todos a la “charca Esmeralda”, nos habíamos ganado un buen baño, con agua fría y una sencilla comida. Al terminar y “con la fresca” recogimos y, con mucha paciencia, desandamos el camino del día anterior y regresamos hacia el coche. A Leyre le costó algo más, el calor y el cansancio acumulado hicieron mella durante la subida pero al final conseguimos que subiese sin demasiados problemas. La bajada fue mejor, incluso se nos cruzó una serpiente. Ya en el coche y relajados, los más jóvenes, incluida Leyre cayeron rendidos y se quedaron dormidos hasta casa.
Baño en una poza al bajar del Almanzor
Leyre en la charca Esmeralda
Despidiéndonos del Circo de Gredos
Espero poder seguir mostrando las montañas a Leyre, compartir mi pasión por ellas como lo hago con el rugby. Poco a poco, con paciencia y sin mayores pretensiones, tan solo una: que disfrute.
Bienvenida a la montaña, gracias por acompañarme.
Que bonito y emocionante y que envidia (sana) el tener estas aficiones para transmitirlas a los tuyos. Felecidades
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Mi vida siempre han sido las montañas y el rugby, ambas aficiones se viven en casa con mucha pasión, aunque la montaña está presente más en el día a día porque vivimos en ellas, evidentemente hay que transmitir nuestras sensaciones para que pueden sentirlas y decidir en un futuro qué hacer.
Muchas gracias Álex!!
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Enhorabuena a los dos y un abrazo enorme a Leyre, ¡menuda campeona!
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